La muerte es esa pequeña jarra, con flores pintadas a mano, que hay en todas las casas y 
que uno jamás se detiene a ver. 
La muerte es ese pequeño animal que ha cruzado en el patio, y del que nos consuela la ilusión, 
sentida como un soplo, de que es sólo el gato de la casa, el gato de costumbre, el gato que ha 
cruzado y al que ya no volveremos a ver. 
La muerte es ese amigo que aparece en las fotografías de la familia, discretamente a un lado, y al 
que nadie acertó nunca a reconocer. 
La muerte, en fin, es esa mancha en el muro que una tarde hemos mirado, sin saberlo, 
con un poco de terror. 
Eliseo Diego
