Coplas Por La Muerte De Su Padre

Recuerde el alma dormida,          
avive el seso y despierte
contemplando
cómo se pasa la vida,
cómo se viene la muerte              
tan callando,
cuán presto se va el placer,
cómo, después de acordado,
da dolor;
cómo, a nuestro parecer,             
cualquiera tiempo pasado
fue mejor.
 
Pues si vemos lo presente
cómo en un punto se es ido
y acabado,                           
si juzgamos sabiamente,
daremos lo no venido
por pasado.
No se engañe nadie, no,
pensando que ha de durar             
lo que espera,
más que duró lo que vio
porque todo ha de pasar
por tal manera.
 
Nuestras vidas son los ríos        
que van a dar en la mar,
que es el morir;
allí van los señoríos
derechos a su acabar
y consumir;                          
allí los ríos caudales,
allí los otros medianos
y más chicos,
y llegados, son iguales
los que viven por sus manos
y los ricos 
Jorge Manrique

Adelfos

 A Miguel de Unamuno


Yo soy como las gentes que a mi tierra vinieron
—soy de la raza mora, vieja amiga del Sol—,
que todo lo ganaron y todo lo perdieron.
Tengo el alma de nardo del árabe español.

Mi voluntad se ha muerto una noche de luna
en que era muy hermoso no pensar ni querer...
Mi ideal es tenderme, sin ilusión ninguna...
De cuando en cuando, un beso y un nombre de mujer.

En mi alma, hermana de la tarde, no hay contornos;
y la rosa simbólica de mi única pasión
es una flor que nace en tierras ignoradas
y que no tiene aroma, ni forma, ni color.

Besos ¡pero no darlos! Gloria.... ¡la que me deben!
¡Que todo como un aura se venga para mí!
¡Que las olas me traigan y las olas me lleven,
y que jamás me obliguen el camino a elegir!

¡Ambición! No la tengo. ¡Amor! No lo he sentido.
No ardí nunca en un fuego de fe ni gratitud.
Un vago afán de arte tuve... Ya lo he perdido.
Ni el vicio me seduce ni adoro la virtud.

De mi alta aristocracia dudar jamás se pudo.
No se ganan, se heredan, elegancia y blasón...
Pero el lema de casa, el mote del escudo,
es una nube vaga que eclipsa un vano sol.

Nada os pido. Ni os amo ni os odio. Con dejarme,
lo que hago por vosotros, hacer podéis por mí...
¡Que la vida se tome la pena de matarme,
ya que yo no me tomo la pena de vivir!
...

Mi voluntad se ha muerto una noche de luna
en que era muy hermoso no pensar ni querer...
De cuando en cuando un beso, sin ilusión ninguna.
¡El beso generoso que no he de devolver!



Manuel Machado

¿Quien Retiene Al Amor Cuando Se Aleja?


Tanto es mi amor, por todos mis amores,
que en el jardín de la existencia mía
a verlas marchitarse día a día
preferí siempre deshojar sus flores.

Cuanto más encendidos sus colores
mueran en su triunfante lozanía,
más triste que la muerte es la agonía
de un amor entre dudas y temores.


Triste fin de un amor, cuando engañoso
quiere fingir que a su pesar nos deja,
y más ofende, cuanto más piadoso.

¿Y qué logrará la importuna queja
del ofendido corazón celoso?
¿Quién retiene al amor… cuando se aleja?



Jacinto Benavente

Zarité

La musica es un viento que se lleva los años, los recuerdos y el temor, ese animal agazapado que tengo adentro. Con los tambores desaparece la Zarité de todos los días, y vuelvo a ser la niña que danzaba cuando apenas sabía caminar. Golpeo el suelo con las plantas de los pies y la vida me sube por las piernas, me recorre el esqueleto, se apodera de mí, me quita la desazón y me endulza la memoria. El mundo se estremece. El ritmo nace en la isla bajo el mar, sacude la tierra, me atraviesa como un relámpago y se va al cielo llevándose mis pesares para que Papa Bondye los mastique, se los trague y me deje limpia y contenta.

[...]

"Baila, baila, Zarité, porque esclavo que baila es libre... mientras baila" me decía. Yo he bailado siempre.











Isabel Allende, La isla bajo el mar

Solo


Solo
como al aclarar está el lucero,
como el ojo pálido del cielo
va girando en la órbita lunar.


Solo
como el primer hombre de la tierra,
como el último lobo de Inglaterra,
como el viejo más viejo del lugar.


Solo
como uno va hilando sus ensueños,
como el monstruo que sobrevivió un milenio
y se esconde en una gruta bajo el mar.


Solo
como el que tiene la virtud del mago,
como el que conduce un pueblo hacia el estrago
mientras imagina la felicidad.


Solo
como el esclavo solo bajo el yugo,
como la conciencia del verdugo
o el único beso del traidor.


Solo
como un grandioso golpe de la suerte,
como cada uno frente a su propia muerte,
solo como un ángel exterminador.


Solo
como un dios que niegan sus criaturas,
como el que dio color a su locura
y pintó los cuervos y el trigal.


Solo
como está en su mundo cada muerto,
como la voz que calla en el desierto,
como el que dijo siempre la verdad


Solo
como el que logra ver todo muy claro,
solo como la atenta luz de un faro
o el último minuto del alcohol.


Solo
como este mismo instante que se pierde,
como el único que ha visto el rayo verde
cuando se cayó el último sol.


Solo
como el que desentraña algún presagio,
como el único vivo del naufragio,
como todo el que pierde la razón.


Solo
como el que se extravió sin darse cuenta,
como un ave ciega en la tormenta,
así estoy en le mundo sin tu amor.


Solo
como si fuese un animal eterno
clavado en la puerta del infierno,

así estoy en el mundo sin tu amor



Jorge Fandermole

Rostro De Vos


Tengo una soledad
tan concurrida
tan llena de nostalgias
y de rostros de vos
de adioses hace tiempo
y besos bienvenidos
de primeras de cambio
y de último vagón.

Tengo una soledad
tan concurrida

que puedo organizarla
como una procesión
por colores
tamaños
y promesas
por época
por tacto y por sabor.

sin un temblor de más,
me abrazo a tus ausencias
que asisten y me asisten
con mi rostro de vos.

Estoy lleno de sombras
de noches y deseos
de risas y de alguna maldición

Mis huéspedes concurren,
concurren como sueños
con sus rencores nuevos
su falta de candor.
yo les pongo una escoba
tras la puerta
porque quiero estar solo
con mi rostro de vos.

Pero el rostro de vos
mira a otra parte
con sus ojos de amor
que ya no aman

como víveres
que buscan a su hambre
miran y miran
y apagan mi jornada.

Las paredes se van
queda la noche
las nostalgias se van,
no queda nada.

Ya mi rostro de vos
cierra los ojos.
Y es una soledad
tan desolada.


Mario Benedetti 

Instrucciones Para Dar Cuerda Al Reloj


Piensa en esto: cuando te regalan un reloj te regalan un pequeño infierno florido, una cadena de rosas, un calabozo de aire. No te dan solamente el reloj, que los cumplas muy felices y esperamos que te dure porque es de buena marca, suizo con áncora de rubíes; no te regalan solamente ese menudo picapedrero que te atarás a la muñeca y pasearás contigo. Te regalan -no lo saben, lo terrible es que no lo saben-, te regalan un nuevo pedazo frágil y precario de ti mismo, algo que es tuyo pero no es tu cuerpo, que hay que atar a tu cuerpo con su correa como un bracito desesperado colgándose de tu muñeca. Te regalan la necesidad de darle cuerda todos los días, la obligación de darle cuerda para que siga siendo un reloj; te regalan la obsesión de atender a la hora exacta en las vitrinas de las joyerías, en el anuncio por la radio, en el servicio telefónico. Te regalan el miedo de perderlo, de que te lo roben, de que se te caiga al suelo y se rompa. Te regalan su marca, y la seguridad de que es una marca mejor que las otras, te regalan la tendencia de comparar tu reloj con los demás relojes. No te regalan un reloj, tú eres el regalado, a ti te ofrecen para el cumpleaños del reloj.

Allá al fondo está la muerte, pero no tenga miedo. Sujete el reloj con una mano, tome con dos dedos la llave de la cuerda, remóntela suavemente. Ahora se abre otro plazo, los árboles despliegan sus hojas, las barcas corren regatas, el tiempo como un abanico se va llenando de sí mismo y de él brotan el aire, las brisas de la tierra, la sombra de una mujer, el perfume del pan.
¿Qué más quiere, qué más quiere? Átelo pronto a su muñeca, déjelo latir en libertad, imítelo anhelante. El miedo herrumbra las áncoras, cada cosa que pudo alcanzarse y fue olvidada va corroyendo las venas del reloj, gangrenando la fría sangre de sus rubíes. Y allá en el fondo está la muerte si no corremos y llegamos antes y comprendemos que ya no importa. 


Julio Cortázar

De Ratones y Hombres (Capitulo 5)


-Tal vez -continuó suavemente Crooks-, tal vez comprenda ahora. Usted tiene a George. Sabe que va a volver. Pero suponga que no tuviera a nadie. Suponga que no pudiera ir al cuarto de los peones a jugar a las cartas por ser negro. ¿Le gustaría? Suponga que tuviera que sentarse aquí y leer, y leer. Claro que podría jugar a las herraduras hasta el anochecer, pero después tendría que leer. Los libros no sirven. Un hombre necesita a alguien, alguien que esté cerca. Uno se vuelve loco si no tiene a nadie. No importa quién es el otro, con tal de que esté con uno. Le digo -gritó-, le digo que uno se ve tan solo que se pone enfermo.
-George va a volver -se tranquilizó Lennie con voz asustada—. Tal vez haya vuelto ya. Tal vez debería ir a ver.
-No quise asustarle -afirmó Crooks-. George va a volver. Yo hablaba por mí, solamente. Uno se sienta aquí, solo, toda la noche, leyendo unos libros, o pensando, o haciendo cualquier otra cosa. A veces se pone uno a pensar, y no tiene a nadie que le diga sí o no. Quizás, si ve algo, no sabe si está bien o mal. No puede preguntar a nadie si también ha visto lo mismo. No puede hablar. No tiene con qué comparar. Yo he visto muchas cosas aquí. Y no estaba borracho. No sé si estaba dormido. Si hubiera habido un hombre conmigo, podría decirme si estaba dormido, y todo estaría bien. Pero no lo sé.
Crooks miraba a través del cuarto, ahora, hacia la ventana.




Jonh Steinbeck

Definición de Amor.


Es hielo abrasador, es fuego helado,
es herida que duele y no se siente,
es un soñado bien, un mal presente,
es un breve descanso muy cansado. 


Es un descuido que nos da cuidado.
un cobarde con nombre de valiente,
un andar solitario entre la gente,
un amar solamente ser amado.


Es una libertad encarcelada,
que dura hasta el postrero paroxismo;
enfermedad que crece si es curada.


Éste es el niño Amor, éste es tu abismo. 

Mirad cuál amistad tendrá con nada
el que en todo es contrario de sí mismo.


Francisco de Quevedo

Amor Constante Mas Alla De La Muerte


Cerrar podrá mis ojos la postrera
Sombra
que me llevare el blanco día,
Y podrá desatar esta alma mía
Hora a su afán ansioso lisonjera;


Mas no, de esotra parte, en la ribera,
Dejará la memoria, en donde ardía:
Nadar sabe mi llama el agua fría,
Y perder el respeto a ley severa.


Alma a quien todo un dios prisión ha sido,
Venas que humor a tanto fuego han dado,
Medulas que han gloriosamente ardido:


Su cuerpo dejará no su cuidado;
Serán ceniza, mas tendrá sentido;
Polvo serán, mas polvo enamorado.



Francisco de Quevedo

Como Siempre.

Aunque hoy cumplas
doscientos veintiocho meses
la matusalénica edad no se te nota cuando
en el instante en que vencen los crueles
entrás a averiguar la alegría del mundo
y mucho menos todavía se te nota
cuando volás gaviotamente sobre las fobias
o desarbolás los nudosos rencores

buena edad para cambiar estatutos y horóscopos
para que tu manantial mane amor sin miseria
para que te enfrentes al espejo que exige
y pienses que estás linda
y estés linda

casi no vale la pena desearte júbilos y lealtades
ya que te van a rodear como ángeles o veleros

es obvio y comprensible
que las manzanas y los jazmines
y los treboles de cuatro hojas
y las patas de conejos
y los cachorros extraviados
y las vaquitas de san antonio
y las cajas de fósforos
te consideren una de los suyos

de modo que desearte un feliz cumpleaños
podría ser tan injusto con tus felices
cumpledías


acordate de esta ley de tu vida
si hace algún tiempo fuiste desgraciada
eso también ayuda a que hoy se afirme
tu bienaventuranza


de todos modos para vos no es novedad
que el mundo
y yo
te queremos de veras

(pero yo siempre un poquito más que el mundo.)


Mario Benedetti (modificado para la ocasión)




feliz cumpleaños, querida.

Chau Pesimismo.


Ya sos mayor de edad
tengo que despedirte,
pesimismo

años que te preparo el desayuno
que vigilo tu tos de mal agüero
y te tomo la fiebre
que trato de narrarte pormenores
del pasado mediato
convencerte de que en el fondo somos gallardos y leales
y también que al mal tiempo buena cara

pero como si nada
seguís malhumorado arisco e insociable
y te repantigás en la avería
como si fuese una butaca pullman

se te ve la fruición por el malogro
tu viejo idilio con la mala sombra
tu manía de orar junto a las ruinas
tu goce ante el desastre inesperado

claro que voy a despedirte
no sé por qué no lo hice antes
será porque tenés tu propio método
de hacerte necesario

y a uno lo deja triste tu tristeza
amargo tu amargura
alarmista tu alarma

ya sé vas a decirme no hay motivos
para la euforia y las celebraciones
y claro cuandonó tenés razón

pero es tan boba tu razón, tan obvia
tan remendada y remedada
tan igualita al pálpito
que enseguida se vuelve sinrazón

ya sos mayor de edad
chau, pesimismo

y por favor andate despacito
sin despertar al monstruo.




Mario Benedetti 

What can I hold you with?


What can I hold you with?
I offer you lean streets, desperate sunsets, the moon of the jagged suburbs.
I offer you the bitterness of a man who has looked
long and long at the lonely moon.
I offer you my ancestors, my dead men, the ghosts
that living men have honoured in bronze
:
my father's father killed in the frontier of
Buenos Aires, two bullets through his lungs,
bearded and dead, wrapped by his soldiers in
the hide of a cow; my mother's grandfather
--just twentyfour-- heading a charge of
three hundred men in Peru, now ghosts on
vanished horses.
I offer you whatever insight my books may hold,
whatever manliness or humour my life.
I offer you the loyalty of a man who has never
been loyal.

I offer you that kernel of myself that I have saved,
somehow --the central heart that deals not
in words,
traffics not with dreams, and is
untouched by time, by joy, by adversities.

I offer you the memory of a yellow rose seen at
sunset, years before you were born.
I offer you explanations of yourself, theories about
yourself, authentic and surprising news of
yourself.

I can give you my loneliness, my darkness, the
hunger of my heart
; I am trying to bribe you
with uncertainty, with danger, with defeat.



Jorge Luis Borges

Mucho Mas Grave.


Todas las parcelas de mi vida tienen algo tuyo
y eso en verdad no es nada extraordinario
vos lo sabés tan objetivamente como yo

sin embargo hay algo que quisiera aclararte
cuando digo todas las parcelas
no me refiero sólo a esto de ahora
a esto de esperarte y aleluya encontrarte
y carajo perderte
y volverte a encontrar
(y ojalá nada más)

no me refiero sólo a que de pronto digas
voy a llorar
y yo con un discreto nudo en la garganta
bueno llorá
y que un lindo aguacero invisible nos ampare
y quizá por eso salga enseguida el sol

ni me refiero sólo a que día tras día
aumente el stock de nuestras pequeñas
y decisivas complicidades
o que yo pueda o creerme que puedo
convertir mis reveses en victorias
o me hagas el tierno regalo
de tu más reciente desesperación


no
la cosa es muchísimo más grave

cuando digo todas las parcelas
quiero decir que además de ese dulce cataclismo
también estás reescribiendo mi infancia
esa edad en que uno dice cosas adultas y solemnes
y los solemnes adultos las celebran
y vos en cambio sabés que eso no sirve
quiero decir que estás rearmando mi adolescencia
ese tiempo en que fui un viejo cargado de recelos
y vos sabés en cambio extraer de ese páramo
mi germen de alegría y regarlo mirándolo

quiero decir que estás sacudiendo mi juventud
ese cántaro que nadie tomó nunca en sus manos
esa sombra que nadie arrimó a su sombra
y vos en cambio sabés estremecerla
hasta que empiecen a caer las hojas secas
y quede el armazón de mi verdad sin proezas

quiero decir que estás abrazando mi madurez
esta mezcla de estupor y experiencia
este extraño confín de angustia y nieve
esta bujía que ilumina la muerte
este precipicio de la pobre vida

como ves es más grave
muchísimo más grave
porque con estas o con otras palabras
quiero decir que no sos tan sólo
la querida muchacha que sos

sino también las espléndidas
o cautelosas mujeres
que quise o quiero

porque gracias a vos he descubierto
(dirás que ya era hora
y con razón)

que el amor es una bahía linda y generosa
que se ilumina y se oscurece
según venga la vida


una bahía donde los barcos
llegan y se van
llegan con pájaros y augurios
y se van con sirenas y nubarrones
una bahía linda y generosa
donde los barcos llegan
y se van

pero vos
por favor
no te vayas.



Mario Benedetti 

En Mi Cielo Al Crepúsculo Eres Como Una Nube

En mi cielo al crepúsculo eres como una nube
y tu color y forma son como yo los quiero.
Eras mía, eres mía, mujer de labios dulces
y viven en tu vida mis infinitos sueños.


La lámpara de mi alma te sonrosa los pies,
el agrio vino mío es más dulce en tus labios,
oh segadora de mi canción de atardecer,
cómo te sienten mía mis sueños solitarios!

Eres mía, eres mía, voy gritando en la brisa
de la tarde, y el viento arrastra mi voz viuda.
Cazadora del fondo de mis ojos, tu robo
estanca como el agua tu mirada nocturna.

En la red de mi música estás presa, amor mío,
y mis redes de música son anchas como el cielo.
Mi alma nace a la orilla de tus ojos de luto.
En tus ojos de luto comienza el país del sueño.




Rabindranath Tagore

Este Miedo De Ti, De Mi... De Todo



Este miedo de ti, de mí... de todo,
miedo de lo sabido y lo entrevisto,
temor a lo esperado y lo imprevisto,
congoja ante la nube y ante el lodo. 


Déjame estar. Así. ¿No te incomodo?...
Abajo ya es la noche, y hoy has visto
cómo se acerca el temor: aún me resisto
pero me lleva a ti de extraño modo. 


Déjate estar. No luches: está escrito.
Desde lejos nos llega, como un grito
o como un lerdo vértigo rugiente. 


Me darás lo más dulce y más amargo:
una breve alegría, un llanto largo...
sé que voy al dolor. Inútilmente. 




Julia Prilutzky

No Sé Me Importa Un Pito (fragmento)


Me importa un pito que las mujeres
tengan los senos como magnolias o como pasas de higo;
un cutis de durazno o de papel de lija.
Le doy una importancia igual a cero,
al hecho de que amanezcan con un aliento afrodisíaco
o con un aliento insecticida.
Soy perfectamente capaz de sorportarles
una nariz que sacaría el primer premio
en una exposición de zanahorias;
¡pero eso sí! -y en esto soy irreductible- no les perdono,
bajo ningún pretexto, que no sepan volar.
Si no saben volar ¡pierden el tiempo las que pretendan seducirme! 


[...]


Durante kilómetros de silencio planeábamos una caricia
que nos aproximaba al paraíso;

durante horas enteras nos anidábamos en una nube,
como dos ángeles, y de repente,
en tirabuzón, en hoja muerta,
el aterrizaje forzoso de un espasmo.
¡Qué delicia la de tener una mujer tan ligera...,
aunque nos haga ver, de vez en cuando, las estrellas!
¡Que voluptuosidad la de pasarse los días entre las nubes...
la de pasarse las noches de un solo vuelo!
Después de conocer una mujer etérea,
¿puede brindarnos alguna clase de atractivos una mujer terrestre?
¿Verdad que no hay diferencia sustancial
entre vivir con una vaca o con una mujer
que tenga las nalgas a setenta y ocho centímetros del suelo?
Yo, por lo menos, soy incapaz de comprender
la seducción de una mujer pedestre,

y por más empeño que ponga en concebirlo,
no me es posible ni tan siquiera imaginar
que pueda hacerse el amor más que volando.




Oliverio Girondo

El Deseo Era Un Punto Inmovil...

Los cuerpos se quedaban del lado solitario del amor
como si uno a otro se negasen sin negar el deseo
y en esa negación un nudo más fuerte que ellos mismos
indefinidamente los uniera.


¿Qué sabían los ojos y las manos,
qué sabía la piel, qué retenía un cuerpo
de la respiración del otro, quién hacía nacer
aquella lenta luz inmóvil
como única forma del deseo?



José Angel Valente.

La Tregua.

Por esa falta de negativa estaba pagando un precio, y ese precio era la situacion incómoda, el momento desagradable, casí penoso, de verla callada frente a mí, un poco doblada en su saco oscuro, con una cara de estarle diciendo adiós a varias cosas. No me besó. Yo tampoco tomé la iniciativa. Su rostro estaba tenso, endurecido.
De pronto, sin previo aviso, pareció que se aflojaban todos sus resortes, como si hubiera renunciado a una máscara insoportable, y así como estaba, mirando hacia arriba, con la nuca apoyada en la puerta,      comenzó a llorar. Y no era el famoso llanto de felicidad. Era ese llanto que sobreviene cuando uno se siente opacamente desgraciado. Cuando alguien se siente brillantemente desgraciado, entonces sí vale la pena llorar con acompañamiento de temblores, convulsiones, y, sobre todo, con público. Pero, cuando además de desgraciado, uno se siente opaco, cuando no queda sitio para la rebeldía, el sacrificio o la heroicidad, entonces hay que llorar sin ruido, porque nadie puede ayudar y porque uno tiene conciencia de que eso pasa y al final se retoma el equilibrio, la normalidad. Así era el llanto de ella.


 Mario Benedetti.
(fragmento de La Tregua, capitulo: domingo 16 de junio.)

Asunción de Ti. (partes 2 y 3)



Hemos llegado al crepúsculo neutro
donde el día y la noche se funden y se igualan.
Nadie podrá olvidar este descanso.
Pasa sobre mis párpados el cielo fácil
a dejarme los ojos vacíos de ciudad.
No pienses ahora en el tiempo de agujas,
en el tiempo de pobres desesperaciones.
Ahora sólo existe el anhelo desnudo,
el sol que se desprende de sus nubes de llanto,
tu rostro que se interna noche adentro
hasta sólo ser voz y rumor de sonrisa.

3

Puedes querer el alba
cuando ames.

Puedes
venir a reclamarte como eras.
He conservado intacto tu paisaje.
Lo dejaré en tus manos
cuando éstas lleguen, como siempre,
anunciándote.
Puedes
venir a reclamarte como eras.
Aunque ya no seas tú.
Aunque mi voz te espere
sola en su azar
quemando
y tu dueño sea eso y mucho más.
Puedes amar el alba
cuando quieras.
Mi soledad ha aprendido a ostentarte.
Esta noche, otra noche
tú estarás
y volverá a gemir el tiempo giratorio
y los labios dirán
esta paz ahora esta paz ahora.
Ahora puedes venir a reclamarte,
penetrar en tus sábanas de alegre angustia,
reconocer tu tibio corazón sin excusas,
los cuadros persuadidos,
saberte aquí.
Habrá para vivir cualquier huida
y el momento de la espuma y el sol
que aquí permanecieron.
Habrá para aprender otra piedad
y el momento del sueño y el amor
que aquí permanecieron.
Esta noche, otra noche
tú estarás,

tibia estarás al alcance de mis ojos,
lejos ya de la ausencia que no nos pertenece.
He conservado intacto tu paisaje
pero no sé hasta dónde está intacto sin ti,
sin que tú le prometas horizontes de niebla,
sin que tú le reclames su ventana de arena.
Puedes querer el alba cuando ames.
Debes venir a reclamarte como eras.
Aunque ya no seas tú,
aunque contigo traigas
dolor y otros milagros.
Aunque seas otro rostro
de tu cielo hacia mí.



Mario Benedetti.

Setenta Balcones y Ninguna Flor.

Setenta balcones hay en esta casa,
setenta balcones y ninguna flor.
¿A sus habitantes, Señor, qué les pasa?
¿Odian el perfume, odian el color?

La piedra desnuda de tristeza agobia,
¡Dan una tristeza los negros balcones!
¿No hay en esta casa una niña novia?
¿No hay algún poeta bobo de ilusiones?

¿Ninguno desea ver tras los cristales
una diminuta copia de jardín?
¿En la piedra blanca trepar los rosales,
en los hierros negros abrirse un jazmín?

Si no aman las plantas no amarán el ave,
no sabrán de música, de rimas, de amor.
Nunca se oirá un beso, jamás se oirá una clave...

¡Setenta balcones y ninguna flor!


Baldomero Fernández Moreno.

Anuncio Antipublicitario.

Del mismo modo que, al hablar de la muerte, algunos dicen que no es desaparecer o irse, sino cambiar de lugar, creo que eso es lo qué sucedio.
Todo lo que cumplió su ciclo, cambió de lugar, ni de sustancia, ni de forma, solo de espacio físico.
(Sí es qué al hablar de un "blog" hablamos de un espacio físico)
Por lo que, separando la cizaña del trigo, a partir de ahora, cual si hubiese un conjuro magico, nada personal figurará acá.


por el poder de tres veces tres.

¿Quién Es John Galt?


- Y, ¿Qué me dice de John Galt? - pregunto Dagny.
- ¡Ah! - exclamó él, recordando - ¡Oh, si!...
- Iba a explicarme por qué la gente habia empezado a formularse esa pregunta.
- Si...
Miraba hacia la distancia como si contemplara algo que, luego de estudiar durante años, siguiera invariable y sin solucionar. En su cara se pintaba una extraña expresión de terror.
- Pensaba contarme a qué John Galt se referían... si es que alguna vez existió.
- Espero que no, señora. Quiero decir, confio en que se trate sólo de una coincidencia, tan sólo de una frase sin significado.
- Recuerda usted algo, ¿verdad? ¿De que se trata?
- Fue algo... algo sucedido en la primera reunión en la planta de Twentieth Century. Tal vez se trata del comienzo, o tal vez no, no lo sé... Aquella reunión se celebró en una noche de primavera, hace doce años. Seis mil de nostros nos aglomerábamos en unas gradas que se elevaban hasta casi el techo del galpón mas grande de la fabrica. Acabábamos de votar por el nuevo plan y estábamos muy exaltados, hacíamos mucho ruido, vitoreando el triunfo del pueblo, amenazando a los desconocidos enemigos y ansiosos de lucha, igual que matones con la conciencia intranquila.
Estábamos iluminados por potentes luces blancas, nos sentíamos llenos de energia y poder, aunque nos veiamos como una muchedumbre de feo aspecto, realmente peligrosa. Gerald Starnes, que presidía la reunión, no dejaba de golpear la mesa con su martillo, pidiendo silencio. Nos tranquilizamos un poco, pero no mucho, y podían observarse los movimientos de la gente como una marea, como agua agitada en un recipiente. "¡Este es un momento crucial en la historia de la Humanidad!" - grito Gerald Starnes dominando el barullo - "Recuerden que a partir de ahora ninguno de nosotros puede abandonar esta fabrica, porque todos nos pertenecemos mutuamente, segun la ley moral que acabamos de aceptar."
"¡Yo no lo acepto!"  - exclamó un hombre poniéndose de pie. Era uno de nuestros mas jovenes ingenieros y nadie lo conocía demasiado, porque casi siempre se había mantenido encerrado en si mismo. Cuando habló, nos quedamos petrificados. Nos asombró el modo en que mantenia erguida la cabeza. Era alto y delgado, y recuerdo haber pensado que cualquiera de nosotros le habría podido retorcer el pescuezo sin dificultad. Pero, no obstante, teniamos miedo.
Estaba de pie, como quien está convencido de su derecho. "Voy a poner fin a todo esto, de una vez y para siempre", dijo. Su voz sonaba clara, y sin ningún tipo de sentimiento. Fue todo lo que manifestó y se dirigió a la saludad, bajo la blanca claridad, sin apresurarse y sin fijarse en nadie. Ninguno se atrevió a detenerlo. Gerald Starnes gritó de repente: "¿Como ha dicho?". El joven se volvió y contestó: "Detendré el motor del mundo". Entonces se fue y nunca mas lo volvimos a ver, ni hemos sabido de él. Pero añor mas tarde, cuando notamos como se iban apagando las luces, unas tras otras, en las grandes fabricas que durante generaciones se habian mantenido sólidas como montañas, cuando vimos cerrarse las puertas y detenerse las cintas transportadoras, cuando las rutas fueron quedando vacias y cesó la corriente de vehiculos, cuando empezó a parecer como si una silenciosa fuerza inmovilizará los generadores que mueven al mundo, y éste se fuera desplomando en silencio, como un cuerpo privado de espíritu... empezamos a reflexionar y a formularnos preguntas acerca de aquel joven. Nos preguntabamos unos a otros acerca de lo que habiamos oido decir. Empezamos a pensar que había mantenido su palabra y que él, que habia visto y conocido la verdad que nos negabamos a reconocer, era la retribución sobre nuestras cabezas, el vengador, el hombre que imponía la justicia que nosotros estabamos desafiando.
Empezamos a pensar que aquel hombre nos habia maldecido, que su veredicto se cumpliría y que jamás lograriamos escapar de él. Todo aquello resultaba todavia mas horrible porque no nos perseguia, sino que eramos nosotros quienes de pronto lo estabamos buscando, luego que desapareció sin dejar rastro. No lo encontramos en ningún lugar. ¿Gracias a que imposible fuerza habia podido realizar su predicción? Tampoco habia respuesta para esto. Nos acordabamos de él cada vez que presenciabamos un nuevo colapso que nadie podia explicar, cuando recibiamos un nuevo golpe, cuando perdiamos otra esperanza, cada vez que nos veiamos atrapados en esta niebla gris y mortecina que ha descendido sobre el mundo. Quizá algunos, al oirnos gemir formulandonos semejante pregunta, no supieran a que nos referiamos, pero lo que no ignoraban eran los sentimientos que nos obligaban a ella. Tambien ellos sabian que algo acababa de desaparecer del mundo. Tal vez por eso, empezaron a pronunciar la frase cuando veian venirse abajo sus esperanzas. Me gusta pensar que pude equivocarme, que aquellas palabras no significaban nada, que no existe inteción conciente ni afán vengador tras el final de la raza humana que estamos presenciando, pero cuando les oigo repetir la frase tengo miedo. Y me acuerdo del hombre que anunció que detendria el motor del mundo. Porque ese hombre se llamaba John Galt.



Ayn Rand. (Fragmento de "La Rebelión de Atlas")

Compañeros de Ruta