Ah, ¿quien me salvará de existir?

Ah, ¿quién me salvará de existir? 
No es la muerte lo que quiero, ni la vida
es aquella otra cosa que brilla en el fondo 
del ansia como un diamante posible 
en una caverna a la que no se puede descender. 

Es todo el peso y toda la angustia 
de este universo real e imposible, 
de este cielo estandarte de un ejército desconocido, 
de estos tonos que van empalideciendo
por el aire ficticio, 
de donde el creciente imaginario de la luna
emerge en una blancura eléctrica quieta, 
recortado en lejano e insensible.

Es toda la falta de un Dios verdadero
que es el cadáver vacuo del cielo alto 
y del alma encerrada. 
Cárcel infinita: ¡porque eres infinita 
no se puede huir de ti!

Regla es de la vida que podemos 
y debemos aprender con todo el mundo. 
Hay cosas de la seriedad de la vida 
que podemos aprender con charlatanes y bandidos, 
hay filosofias que nos proporcionan los estúpidos, 
hay lecciones de firmeza y de ley 
que vienen en el ocaso y en los que son del ocaso. 
Todo está en todo.


Fernando Pessoa.

After Such Pleasures

Esta noche, buscando tu boca en otra boca,
casi creyéndolo, porque así de ciego es este río
que me tira en mujer y me sumerge entre sus párpados,
qué tristeza nadar al fin hacia la orilla del sopor
sabiendo que el placer es ese esclavo innoble
que acepta las monedas falsas, las circula sonriendo.

Olvidada pureza, cómo quisiera rescatar
ese dolor de Buenos Aires, esa espera sin pausas ni
esperanza.

Solo en mi casa abierta sobre el puerto
otra vez empezar a quererte,
otra vez encontrarte en el café de la mañana
sin que tanta cosa irrenunciable
hubiera sucedido.

Y no tener que acordarme de este olvido que sube
para nada, para borrar del pizarrón tus muñequitos
y no dejarme más que una ventana sin estrellas.


Julio Cortázar.

MCMXIV

Those long uneven lines

Standing as patiently
As if they were stretched outside
The Oval or Villa Park,
The crowns of hats, the sun
On moustached archaic faces
Grinning as if it were all
An August Bank Holiday lark;


And the shut shops, the bleached
Established names on the sunblinds,
The farthings and sovereigns,
And dark-clothed children at play
Called after kings and queens,
The tin advertisements
For cocoa and twist, and the pubs
Wide open all day...


And the countryside not caring:
The place names all hazed over
With flowering grasses, and fields
Shadowing Domesday lines
Under wheat's restless silence;
The differently-dressed servants
With tiny rooms in huge houses,
The dust behind limousines;


Never such innocence,
Never before or since,
As changed itself to past
Without a word--the men
Leaving the gardens tidy,
The thousands of marriages,
Lasting a little while longer:
Never such innocence again.



Philip Larkin

Dedicatoria en Fausto

Otra vez vienen llegando. ¡Oh!, formas temblorosas que se insinuaron hace ya mucho tiempo ante mi perturbada vista. Pero ¿acaso intento apresarlas ahora?, ¿mi corazón se siente aún capaz de semejante locura? Ahora se agazapan y luego podrán reinar soberanas, y como emergiendo de los vapores y de la niebla, se van enredando a mi alrededor. Mi pecho se estremece cándidamente ante el hálito mágico de la procesión que forman aquellas sombras.

Me evocan imágenes de los días felices, y algunas sombras queridas se elevan ahora. Como una vieja leyenda que cayó en el olvido, así acompañan el primer amor y la amistad; el dolor se renueva; la queja vuelve a emprender la marcha por los erráticos y laberínticos caminos de la vida, y pronuncia también el nombre de aquellos dignos seres que, engañados por la esperanza de los días de dicha, han desaparecido antes que yo. Las almas a las que canté por primera vez ya no podrán escuchar estos cantos. Se disolvió aquel apacible grupo y se extinguió ya el eco primero. Mi canción se entona entonces para una multitud de seres extraños cuyo aplauso me causa temor, y todo aquello que se regocijaba en mi canto, si aún se agita en él, vaga disperso por el mundo. Me hundo en una nostalgia, que ya no sentía desde hacía mucho tiempo, de aquel reino de espíritus, sereno y grave, Mi canto susurrante flota como el arpa de Eolo; ahora un escalofrío me invade. Las lágrimas se van derramando una tras otra, El endurecido corazón se enternece y se ablanda. Y aquello que poseo lo veo distante y en lejanía, y lo que ha desaparecido ya, se convierte para mi en una realidad.


Goethe.

Estados de ánimo

Unas veces me siento 
como pobre colina 
y otras como montaña 
de cumbres repetidas. 

Unas veces me siento 
como un acantilado 
y en otras como un cielo 
azul pero lejano. 

A veces uno es 
manantial entre rocas 
y otras veces un árbol 
con las últimas hojas. 

Pero hoy me siento apenas 
como laguna insomne 
con un embarcadero 
ya sin embarcaciones 


una laguna verde 
inmóvil y paciente 
conforme con sus algas 
sus musgos y sus peces, 
sereno en mi confianza 
confiando en que una tarde 
te acerques y te mires, 
te mires al mirarme.




Mario Benedetti.




No sé porqué, venia excelente, sin recuerdos, con la mente en blanco, pero apareces, siempre terminas apareciendo en mi cabeza... hoy te extraño, y abandono mi orgullo al decirlo.

Las palabras son espectros...

Las palabras son espectros

piedras abracadabras
que saltan los sellos
de la memoria antigua


Y los poetas celebran la fiesta
del lenguaje
bajo el peso de la invocación


Los poetas inflaman las hogueras
que iluminan los rostros eternos
de los viejos ídolos


Cuando los sellos saltan
el hombre descubre
la huella de sus antepasados


El futuro es la sombra del pasado
en los rojos rescoldos de un fuego
venido de lejos,
no se sabe de dónde.


Cristina Peri Rossi

La Conciencia.

El hombre siempre habla, del daño que le han hecho,
lo cuenta, lo recuerda con desesperación,
él tuvo un mal cariño, que desangró su pecho,
él tuvo un mal amigo, que lo vendió a traición.
El hombre siempre olvida el mal que ha realizado,
las penas que ha causado, el bien que recibió,
él grita la injusticia como un desesperado,
pero decirle al mundo su propia culpa, ¡no!

¡Conciencia!...
La conciencia es la que dicta
la que manda, la que grita,
la que dice la verdad.
¡Conciencia!...
Lo demás solo es palabra,
cuando la conciencia habla,
es mentira lo demás.
  
La palabra es un disfraz,
para que las almas oscuras
muestren siempre sus ternuras,
pero su infamia jamás.

Frente a ella, me declaro un pecador eterno,
porque pedí más veces amor de lo que di,
porque sentí cansancio de estar junto al enfermo,
que cuando yo lo estuve no se cansó de mí.
Porque frente al peligro, pensé salvar mi vida,
las horas de esta vida que Dios me regaló,
y, frente a los heridos, me contemplé mi herida,
como si lo importante del mundo fuera yo.



¡Conciencia!...
La conciencia es la que dicta
la que manda, la que grita,
la que dice la verdad.
¡Conciencia!...
Lo demás solo es palabra,
cuando la conciencia habla,
es mentira lo demás.

La palabra es un disfraz,
para que las almas oscuras
muestren siempre sus ternuras,
pero su infamia jamás.



Manuel Barros.

No quisiera que lloviera...

No quisiera que lloviera
te lo juro
que lloviera en esta ciudad
sin ti
y escuchar los ruidos del agua
al bajar
y pensar que allí donde estás viviendo
sin mí
llueve sobre la misma ciudad
Quizá tengas el cabello mojado
el teléfono a mano
que no usas
para llamarme
para decirme
"esta noche te amo"
me inundan los recuerdos de ti
discúlpame,
la literatura me mató
pero te le parecías tanto.




Cristina Peri Rossi

Acepto todo lo que hubo...

Acepto todo lo que hubo
Nunca busqué mejor suerte.
Acaso hay algo mejor que haber amado
Algo mejor que haber ardido!

La felicidad y los sufrimientos
Impusieron sus huellas amargas,
Pero yo no desperdicié la antigua luz
En tempestades pasionales, ni en el tedio sin límites.

Y tú, a quien yo de nuevo he desgarrado
Debes perdonarme. Sé que nuestro destino es estar juntos.
Todo lo que no me has dicho con palabras
En tu semblante lo he adivinado.

Los ojos miran atentos
Y el corazón inquieto golpea en el pecho,
Continuando su camino ineluctable
En la fría oscuridad de la noche nevada.


Alexandr Blok

El Encubridor.

Ése que sale de su país porque tiene miedo,
no sabe de qué, miedo del queso con ratón,
de la cuerda entre los locos, de la espuma en la sopa. 
Entonces quiere cambiarse como una figurita,
el pelo que antes se alambraba con gomina y espejo
lo suelta en jopo, se abre la camisa, muda
de costumbres, de vinos y de idioma.
Se da cuenta, infeliz, que va tirando mejor, y duerme
a pata ancha. Hasta de estilo cambia, y tiene amigos
que no saben su historia provinciana, ridícula y casera.



A ratos se pregunta cómo pudo esperar todo ese tiempo
para salirse del río sin orillas, de los cuellos garrote, 
de los domingos, lunes, martes, miércoles y jueves.
A fojas uno, sí, pero cuidado:
un mismo espejo es todos los espejos,
y el pasaporte dice que naciste y eres
y cutis color blanco, nariz de dorso recto,
Buenos Aires, septiembre.


Aparte que no olvida, porque es arte de pocos,
lo que quiso, esa sopa de estrellas y de letras
que infatigable comerá
en numerosas mesas de variados hoteles,
la misma sopa, pobre tipo,
hasta que el pescadito intercostal se plante y diga basta.


Julio Cortázar.

Perfume de Mujer.

Mujer, ¿te acuerdas de mi?
Yo soy aquel muchacho soñador
que hallaste tú, cargado con la anemia
de su vida bohemia,
de ensueño y de dolor.
Yo soy aquel que lució
como blasón su moño volador
y que cenó, en sus noches de infortunio,
con pan de plenilunio y vino de ilusión.

¡Cálida y fiel,
boca de miel
que puso el alma en el besar!
Tu recuerdo
sume al corazón
en negro abismo de pesar.
Torpe de mí
que no preví
el desencanto amargo de hoy.
Dulce y fiel mujer,
ya, sin tu querer,
no sé qué soy ni adónde voy.

Fortuna, fama, laurel...
¡Sólo en tu amor hallé luz de verdad!
Y en un recodo brusco del destino
me aparto del camino de la felicidad.
Lejanas glorias de amor.
Mi boca busca besos como ayer.
Y nada más, a mi lado, perdurable,
está tu inolvidable
perfume de mujer.




Armando Tagini.

Carta a Usted.


Señora:

Según dicen ya tiene usted otro amante.
Lástima que la prisa nunca sea elegante.
Yo sé que no es frecuente que una mujer hermosa,
se resigne a ser viuda, sin haber sido esposa.

Y me parece injusto discutirle el derecho
de compartir sus penas sus goces y su lecho
pero el amor señora cuando llega el olvido
también tiene el derecho de un final distinguido.

Perdón... Si es que la hiere mi reproche... Perdón
aunque sé que la herida no es en el corazón
Y para perdonarme... Piense si hay más despecho
en lo que yo le digo, que en lo que usted ha hecho.

Pues sepa que una dama con la espalda desnuda
sin luto en una fiesta, puede ser una viuda.
Pero no como tantas de un difunto señor
sino para ella sola, viuda de un gran amor.

Y nuestro amor, recuerdo, fue un amor diferente
al menos al principio, ya no, naturalmente.

Usted será el crepúsculo a la orilla del mar,
que según quien lo mire será hermoso o vulgar.
Usted será la flor que según quien la corta,
es algo que no muere o algo que no importa.

O acaso cierta noche de amor y de locura
yo vivía un ensueño y... y usted una aventura.
Si... usted juró cien veces ser para siempre mía
yo besaba sus labios pero no lo creía.

Usted sabe y perdóneme que en ese juramento
influye demasiado la dirección del viento.
Por eso no me extraña que ya tenga otro amante
a quien quizás le jure lo mismo en este instante.

Y como usted señora ya aprendió a ser infiel
a mí así de repente me da pena por él.

Sí es cierto... alguna noche su puerta estuvo abierta
y yo en otra ventana me olvidé de su puerta
O una tarde de lluvia se iluminó mi vida
mirándome en los ojos de una desconocida.

Y también es posible que mi amor indolente
desdeñara su vaso bebiendo en la corriente.
Sin embargo señora... Yo con sed o sin sed
nunca pensaba en otra... si la besaba a usted.

Perdóneme de nuevo si le digo estas cosas
pero ni los rosales dan solamente rosas.
Y no digo estas cosas por usted ni por
sino por... por los amores que terminan así.

Pero vea señora... que diferencia había
entre usted que lloraba... y yo que sonreía.
Pues nuestro amor concluye con finales diversos
usted besando a otro... Yo escribiendo estos versos.




José Ángel Buesa.


(Amén.)

Compañeros de Ruta